domingo, 4 de marzo de 2012

G.V.

"Y no pasa nada. Una parte de mí, la misma que ahora aplasta la pena, está satisfecha. Porque uno sabe perfectamente cuando lo ha intentado y cuando ya no puede hacer más. A un par de millas del ecuador de la vida me he dado por fin cuenta de que la distancia es mi sitio, de que hay algo muy digno en las afueras de mi profesión y que tal vez encuentre allí el único lugar apacible donde poder hacer lo que a estas alturas mi experiencia me dice que es lo mejor, o tal vez lo único que sé hacer."

GONZALO VÁZQUEZ NYC 2012

Es un domingo cualquiera. Toda una semana esperando el viernes noche. Amigos, pareja, equipo. Todo transcurre con la fugacidad de un suspiro. Como cada semana, te sientas frente a la hoja en blanco. Así viene siendo costumbre de un tiempo a esta parte. No aspiras a nada. Escribes porque te gusta, porque disfrutas con ello, y porque tienes más o menos claro que hay gente al otro lado del monitor que siente algo parecido cuando te lee. El día en que una de los dos partes se venga abajo, tu rincón lo hará con ella. Lo sabes. No te cabe ninguna duda. Has conseguido llegar más allá de lo que hace dos años jamás hubieses podido imaginar, pero tu futuro se encuentra muy lejos de todo esto. Y sin embargo, no puedes evitar pensar.

En aquel que hace periodismo no cabe esperar el reconocimiento que merece. La feria itinerante, la novia de un futbolista, el Villarato, la ÑBA, las portadas chirriantes, los dimes y diretes... el que quiera recibir alabanzas y billetes no tendrá que hacer otra cosa que vocear, inventar, berrear, tergiversar, manipular y soltar de cuando en cuando la dosis de mierda estipulada en algún plató de televisión. 

El ensayista metido a periodista deportivo, entretanto, se embarca en un vuelo low-cost al otro lado del Atlántico. Vuelve a casa. Castigado por la tuberculosis. Derrotado pero satisfecho en lo más profundo de su ser. Sabe que lo ha intentado. Que merece la pena intentarlo.

Desolación. Incomprensión. Reconocimiento sobradamente merecido que no llega. Sueldos infames como pago al trabajo del más sobresaliente. Miseria. Periodismo en nuestros días.

Que retiren la camiseta de Gonzalo Vázquez. Que la cuelguen en lo más alto del Madison. Y que los Ronceros sigan con el circo.

4 comentarios:

  1. Sentenciosa y estupenda última frase. Te llevo siguiendo un par de meses gracias a la recomendación de mi amigo Alex, hermano de Jorge Casamayón. Sigue así

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  2. No tengo el placer, socio, pero muchas gracias, tanto por la lectura como por la opinión y el seguimiento.

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