domingo, 27 de febrero de 2011

Fantasmas

Dinero. El motor del mundo en el que vivimos. La NBA no iba a ser una excepción.

El fantasma del cierre patronal de la temporada 1998/1999 lleva ya más de un año merodeando sobre la liga, y su llegada parece inminente. Una temporada de 50 partidos. Una temporada sin All-Star.  Una temporada sin los Bulls de Jordan. Una temporada con los mejores en huelga. El Almirante Robinson insistía en que sólo creía merecer medio anillo.

Aquella guerra se selló con un tratado increíble que accedía a buena parte de las exigencias de los jugadores, algo que, a día de hoy, con unas pérdidas de 400 millones de dólares declaradas por parte de la liga no parece siquiera contemplable.

El problema se veía venir. Tanto es así que el comisionado David Stern comenzó las negociaciones para establecer el nuevo convenio más de dos años y medio antes de que el actual tocase a su fin.

La idea es sencilla. Rebajar aproximadamente en un 30% los estratosféricos sueldos de los jugadores. De esta manera, la competición conseguiría ahorrar hasta 800 millones de dolares, no sólo eliminando pérdidas, si no que volviendo a producir beneficios. La posiciones parecen, a simple vista, enrocadas. La Asociación de Jugadores no da su brazo a torcer, y las negociaciones no parecen llegar a buen puerto.

Una importante mayoría de los jugadores dan por hecho que habrá lockout, y la situación no difiere en demasía en lo que a los propietarios se refiere. Un vivo ejemplo de ello son el jugador Dirk Nowitzki, entablando conversaciones previsoramente con equipos de su Alemania natal, o el  General Manager Daryl Morey, que ya a comienzos de esta temporada anunció que no se realizarían extensiones de contrato en Houston este verano. La temporada 2010/2011 aún no ha acabado, pero todos los ojos están ya puestos en 2012.

La crisis económica azota al mundo en su totalidad, y a mi entender, el colectivo de los jugadores no puede pretender pasar de puntillas sobre este hecho. La NBA es un negocio como cualquier otro, y los implicados no pueden echar la vista hacia otro lado cuando las cosas no van como uno desearía. Al fin y la postre, un cierre patronal no beneficiaría a ninguna de las dos partes.

Algunos jugadores están ahorrando, otros especulan con un hipotético desembarco en Europa y otros simplemente se mantienen firmes en su posición, con la férrea convicción de que la testarudez es el camino que lleva a uno a conseguir lo que desea.

Sea como fuere, esperemos que todo se trate en realidad de un juego en el  que el objetivo es comprobar quién es capaz de estirar más la cuerda. Los devotos incondicionales nos agarramos a un clavo ardiendo.


Un saludo.

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