domingo, 6 de febrero de 2011

Sangre nueva

Dos jugadores de enorme proyección en el panorama del baloncesto internacional han comenzado la carrera por enfundarse "la otra Roja" en encuentros internacionales hace relativamente poco. De hecho, uno de ellos ha tomado la delantera, al menos en cuanto a burocracia se refiere.

Los más avispados ya sabrán por dónde van los tiros. La pregunta que vengo a plantear es:

¿Mirotić o Ibaka?

Las reglas FIBA son claras y restrictivas al respecto. Un solo jugador nacionalizado por torneo. Es Scariolo  quien debe escoger y se halla ante una complicada dicotomía. Sus valedores son ya pocos y escoja a quien escoja, las masas correrán —correremos— raudas a abalanzarse sobre él para criticar su decisión. En casos como este, parece a todas luces obvio que no es posible satisfacer a ambas partes.

Es por ello que vamos a intentar arrojar un poco de luz sobre el panorama actual, para que cada cual decida  —o no— romper una lanza en favor de uno u otro.

En primer lugar, conviene aclarar que no nos encontramos ante un debate sobre qué tipo de jugador encajaría mejor en nuestra selección a día de hoy. Esto no se trata de una cuestión referente a Lituania 2011. Se trata de mirar al futuro, más allá. No hablamos de reconstrucción, pero tampoco de poner parches. Hablamos, más bien, de dar un nuevo enfoque a la situación y llevar a cabo los ajustes pertinentes.

Claro como el agua, ¿verdad?. Comencemos.


Nikola Mirotić

Mirotić es sinónimo de talento inenarrable. El canterano del Real Madrid transmite a sus seguidores sensaciones conocidas. En cierto modo, similares a aquellas con las que un tal Ricky Rubio deslumbraba en la Penya.

Nikola entró en el Madrid despacito, sin hacer ruido, de vuelta de su cesión al Palencia, y progresivamente se ha ido ganando la confianza de su técnico, Ettore Messina, y de su público, la Caja Mágica. Ha ejercido de referente para los blancos en los últimos tiempos y su progresión no parece conocer fin. Este chico no tiene techo. Ignora el significado de esa palabra.

A sus 19 años, le queda por delante lo que se intuye como un futuro plagado de títulos y victorias. Todo dependerá de la gestión que lleve a cabo su club, y, sobre todo, de su hambre de gloria.

Clase.


Serge Ibaka

10 puntos y 7 rebotes por partido en la mejor liga del mundo le avalan. Serge Ibaka es un portento de la naturaleza.
Tras Turquía 2010 y los sosegados paseos de Marc campo arriba, campo abajo, quedó patente que, sin Pau, bajo los tableros dejamos bastante que desear. Garbajosa se apaga ineludiblemente, los imanes que lleva Felipe en las manos empiezan a dar síntomas de cansancio y nadie parece dispuesto a darle a Fran la oportunidad que se ha ganado a pulso.

El —todavía— congoleño supondría la posibilidad de tapar todos esos huecos de un solo golpe. Superioridad física. Dominio en la pintura. Intimidación en la defensa. Todo eso y mucho más es lo que puede ofrecer Serge. De clase vamos sobrados.

Fuerza.


Conclusión

Puestas las cartas boca arriba y sobre la mesa, me atrevo con MI conclusión. Única e intransferible. Allá va.

A pesar de ser un defensor a ultranza de la primacía del talento sobre el físico, partidario de la exquisitez de Kobe antes que del dominio de LeBron, devoto incondicional del inigualable Steve Nash, digo: 

Ibaka es nuestro hombre.

A los reticentes, les propongo un sencillo ejercicio mental. Intentad visualizarlo. Londres 2012. Arrancan los Juegos Olímpicos. Pau e Ibaka vestidos de rojo compartiendo hábitat bajo los aros. Eso es todo.


Un saludo.

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