domingo, 5 de febrero de 2012

Buen vino

El seguidor común de la NBA. El reportero al que le corresponde la entrevista de turno. Incluso el fan incondicional de los Suns. Las dudas que acuden a la garganta de aquellos a los que acabo de mentar no difieren en demasía unas de otras.

-¿No va siendo hora de pedir un traspaso? 

-¿Acaso no mereces una oportunidad de ganar el anillo antes de retirarte?

Antes de que la pregunta termine de ser lanzada, el destinatario de la misma, haciendo gala de ese maravilloso don suyo para anticiparse a aquello que le rodea, la recoge al vuelo y lanza de vuelta la correspondiente respuesta, siempre invariable.

- No. No es mi estilo. Tal vez forme parte de la vieja escuela, pero un compromiso me une a mi equipo. Me debo a la organización, a los fans y a mis compañeros.

A dos días de su trigésimo octavo cumpleaños, Steve Nash se mantiene firme, y no tiene intención de pedir el traspaso. Los directivos, por su parte, no contemplan como opción el dejarle ir, a no ser que el canadiense exprese el deseo de marcharse motu proprio.

Y todo ello, a pesar de que a estos nuevos Suns les cueste llegar a las tres cifras en anotación. A pesar de  que apenas conserven medio roster del pasado año. A pesar de que, por mucho que así lo queramos, Channing Frye no sea una sombra en el pick & roll de lo que fue el ya desaparecido Stoudemire. A pesar de que la promesa del fichaje de Lamar Odom, '4' inteligente donde los haya, nunca llegase verse cumplida.

Steve mantiene la mente despejada y las manos ágiles. Por cada encuentro, 15 puntos, 10 asistencias y 38 inviernos son sus credenciales. Y seguirá adelante durante dos o tres años más. No por el hecho de igualar a John Stockton en aquello de pisar el parqué con 40 años a la espalda. No. Todo se torna mucho más sencillo cuando se recurre directamente a él.

-No tengo ninguna intención más allá de jugar contra los mejores mientras me sea posible.

Desde este punto, podríamos retrotraernos a los penúltimos playoffs, y recordar cómo el equipo llegó hasta la Final de Conferencia, para plantarle cara a unos Lakers que finalmente se alzaron con el anillo. Todo ello para constatar que aquellos que dos años atrás constituían el referente ofensivo en la mejor liga del mundo, quedan muy lejos de ser capaces de reconocerse a sí mismos. Y después, preguntarnos por qué.

Cerrando los ojos y apretando los dientes, podríamos sumergirnos a mayor profundidad en las aguas del tiempo, y llegar a rozar con la punta de los dedos los tiempos de Nash-Marion-STAT, pero no nos gusta sufrir por sufrir. 

Resta la posibilidad de escoger el camino del medio, y criticar cómo uno de los mejores bases que ha dado la historia de este deporte se conforma y se decanta por la comodidad que entraña lo continuo. La ausencia de cambio. La vida en el desierto.

Entretanto, los más ingenuos nos limitamos a aplaudir.

2 comentarios:

  1. Buenas!
    Me llamo Antonio, he dado por casualidad con tu twitter, y en seguida he pinchado el enlace para llegar a este blog. Éste artículo me parece genial! Estoy realmente de acuerdo contigo, y pienso que el título le viene como anillo al dedo al texto.
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    Un saludo!
    @antonioduran93 on twitter

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  2. Encantado, Antonio. Gracias tanto por la lectura como por la opinión (;

    Te devuelvo el follow y me paso por tu blog.

    Estamos en contacto.

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