domingo, 7 de noviembre de 2010

El dudoso arte del «trash talk»

El supuesto apelativo que le coloca Kevin Garnett a Charlie Villanueva durante el choque Celtics-Pistons de esta semana, desata la polémica. «Enfermo de cáncer». Pongámonos en antecedentes. Villanueva padece  alopecia areata, una enfermedad que impide que su cuerpo, en su totalidad, genere pelo. Sobra mentar los múltiples problemas que esto le causó durante su etapa en el highschool y su posterior paso al college. Aclarado este punto, sólo nos queda aplaudirle la gracia a Garnett. Qué acertado eso de tomarse a la ligera algo tan trivial cómo un simple cáncer. Qué tipo más ingenioso y locuaz. Qué buen gusto. Qué clase.

Por si alguien lo duda —me dolería a estas alturas—, modo ironía: ON.

Este hecho es notificado al mundo por Charlie en su twitter horas después de que, supuestamente, tuviese lugar. KG no tarda en desmentirlo, afirmando que lo que él dijo fue únicamente que era «cancerígeno para su equipo y para la liga». Bravísimo.

Llegados a este punto, cada uno creerá lo que quiera creer o no creerá nada. En mi caso, me decanto por brindarle mi confianza a un jugador poco amigo de problemas y polémicas, como lo es Villanueva, en detrimento del mayor bocazas que ha dado la liga en los últimos años. Cuando daba mis primeros pasos en la cancha, Garnett era mi ídolo. Mis primeras AND1 fueron las suyas. Kevin era un gran jugador y yo era un pequeño ingenuo. Con el transcurso de los años, te das cuenta de que un gran jugador no tiene por qué ser un gran deportista. Big Ticket me lo ha dejado muy claro.
Narrada la anécdota de la semana, entramos en materia. El trash talk, que significa de una manera más o menos literal «hablar basura», es el, a mi juicio, innoble arte que practican ciertas estrellas —o no— con el fin de desquiciar psicológicamente a su rival en el terreno de juego. La línea que separa la mera provocación de la descalificación personal o la falta de respeto es realmente estrecha, y muchos no dudan a la hora de traspasarla. Ha habido, hay y habrá mucho lenguaraz descocado suelto por los terrenos de juego. Hablamos de Barkley, Laimbeer, Payton, Bird... e incluso el mismísimo Jordan, en ciertas ocasiones. Las series contra los Bad Boys le curtieron, sin ninguna duda. Ríos de basura fluyen indemnes por los parqués de la mejor liga del mundo cada noche, y poco se hace —o se puede hacer— por evitarlo.

La pregunta que lanzo al aire es: ¿hasta qué punto es este comportamiento digno de ser defendido? Hay quién sostiene fervientemente que forma parte del juego, que va unido de manera inherente a este o cualquier otro deporte. Por otra parte, estamos los que consideramos la guerra verbal algo innecesario y, llegados a cierto punto, incluso molesto.

Si realmente soy mejor que tú, no necesito recordártelo. No necesito decírtelo para que te desmoralices y me pongas las cosas más fáciles. No necesito regodearme humillándote con palabras, cuando puedo superarte con hechos. Me basta con romperte la cadera con mi dribbling. Me es suficiente con hacer añicos tu defensa bailándote en el poste. Me sobra con ganarte la posición con mi físico privilegiado, o simplemente, con mis implacables ganas de pelear cada rebote. Me alcanza con escapar de tu marcaje para acabar dando ese pase extra al compañero que espera solo más allá de la línea de triple.

Esta vez estoy hablando de otra raza de jugadores. Hablo de Duncan. Hablo de Hill. De nuestro Pau. Hablo de Robinson, de Battier. Hablo de Billups y de Nash. Hablo de Yao. Hablo, en definitiva, de todos aquellos que realmente saben de qué trata este juego.


Un saludo.

2 comentarios:

  1. Sabes lo que opino de esta entrada... Espectacular. Me encanta como te expresas y como transmites tus opiniones siempre con respeto. Además de que se ve que disfrutas haciéndolo, y yo leyéndolo.

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  2. Sólo puedo darte la gracias, socia.

    (;

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