domingo, 9 de enero de 2011

Querido enemigo

Los trapos sucios de Tony Parker salen a la luz y desembocan en ruptura con la señorita Longoria. El alma  de la dinastía que ha regido la liga con mano de hierro durante los últimos años, Tim Duncan, se encuentra en caída libre. Las últimas adquisiciones que llevó a cabo el equipo parecen condenadas al banquillo. 

Para los devotos incondicionales de los Suns, parece a simple vista un cuadro agradable. Deberíamos estar frotándonos las manos. Pero no. Por mucho que nos duela, ahí siguen los Spurs, aguantando el chaparrón. Liderando la competición con un 30-6. Pecata minuta.

Los de San Antonio venían de «colarse» por la mínima en post-temporada el pasado año, con 50 victorias peleadas con uñas y dientes hasta el último momento en una conferencia Oeste muy competitiva. El verano sirvió para hacer ajustes, para que el francés y al argentino descansasen y, por supuesto, para que los años siguiesen pasando, no en vano, por Tim Duncan.

Tras estos antecedentes, llega la sorpresa. En los primeros compases de la presente temporada, nadie ha sido tan bueno como los Spurs. De hecho, ni siquiera ellos mismos recuerdan un arranque semejante en su historia como franquicia. No, tampoco en los años en que se coronaron campeones. ¿Alguien puede explicarme qué esta pasando en AT&T Center?

La otrora estrella del combinado texano, Tim Duncan, ha cedido el puesto de líder —al menos sobre el parqué— a Ginóbili y Parker, una de las parejas exteriores más letales de la liga. Entre ambos, han relegado su producción anotadora al tercer puesto en el equipo. Y todo ello sin contar demasiado con el que parecía la gran adquisición del verano, Tiago Splitter, el gigante brasileño de 2,13, al que, en un primer momento, se le suponía abocado a quitarle minutos a Tim.

Veamos a donde quiero llegar. A la hora de hablar del MVP, existe una ley tácita no escrita con la que la inmensa mayoría comulga, que afirma categóricamente lo siguiente:

Los mejores jugadores están en los mejores equipos.

Se podrá o no estar de acuerdo con esta máxima, pues al fin y al cabo, podríamos catalogar semejante afirmación como una mera opinión. Sin embargo, si echamos la vista atrás, veremos que el premio al jugador más valioso siempre acaba en manos de aquellos que militan en equipos con serias aspiraciones al título. Kobe Bryant es un vivo ejemplo de ello. Le fue negado un galardón que a todas luces la liga le debía hasta el mismo momento en que se consiguió coordinar a un equipo competitivo a su alrededor.

Llegados a este punto, resulta obvio que el siguiente paso consiste en preguntarse: ¿quién es el mejor jugador del mejor equipo? Si nos remitimos a los números, Manu Ginóbili, un tipo que con 33 primaveras a sus espaldas luce una clase increíble, parece el candidato más firme a sostener semejante honor. ¿Qué debemos hacer, entonces? ¿Concederle el premio al jugador más valioso a un tipo que promedia menos de 19 puntos y aproximadamente, 4 rebotes y asistencias por partido? Probablemente haya muchos jugadores en esta competición que lo merezcan más, ¿no?

Que nadie se confunda. No pretendo cuestionar a un equipo que está mostrando una solidez envidiable durante este primera mitad de temporada. Tampoco quiero decir que Gregg Popovich esté haciendo mucho teniendo muy poco, pues eso constituiría un insulto inmerecidísimo hacia jugadores de inconmensurable talla. Sólo intento dejar claro que, le pese a quien le pese —a mí el primero—, hay otros que, teniendo mucho más, consiguen mucho menos.


Un saludo.

2 comentarios:

  1. Sinceramente yo creo que lo que has mencionado al final ocurre en todos lados... en cualquier deporte y en cualquier ámbito de la vida, qué le vamos a hacer :(
    No llegó a entender mucho pero tengo entendido que Lebron ha tenido ese semejante honor que mencionabas ya que he buscado información acerca de él y posee 30 pts +8 rebs +7 asis por juego. Sin embargo creo que él ya ha obtenido la reputación que se merece... ¿no?

    ResponderEliminar
  2. En efecto, LeBron ha ganado dos veces el MVP, en las dos últimas temporadas. Su juego es impecable, guste más o guste menos. Yo, personalmente, soy más de Kobe. El hombre contra la máquina.

    Por otra parte, como personaje público, después de abandonar a su equipo este verano para escapar a los Heat e intentar el asalto el anillo con la filosofía "jugar para no perder", su imagen se ha visto seriamente dañada. Él alega que es por el color de su piel. Debe de ser que se volvió negro al llegar a Miami. El sol de la costa, ya se sabe.


    Un saludo.

    ResponderEliminar