domingo, 8 de mayo de 2011

Laker Pride

«Mr. Clutch.» «El orgullo de los Lakers.» «Zeke from Cabin Creek.» Mil y un diferentes apelativos para referirse a un solo hombre. El mismo cuya silueta, a día de hoy, conforma el logo de la NBA. Jerry West.

A lo largo de la historia de la competición, son pocos los escoltas que han combinado la incisiva letalidad en ataque con la férrea determinación en defensa de las que hacía gala una noche tras otra el de Virginia. Su sangre fría a la hora de decidir partidos le granjeó el respeto de muchos de sus rivales a lo largo y ancho del país, mientras que su afán por competir hasta el último segundo cada choque llevó a los Lakers a conseguir un abono vitalicio para las Finales de la mejor liga del mundo.

El arsenal que lucía el militante de los entonces Minneapolis Lakers era el de un anotador letal. No prodigaba unas capacidades físicas espectaculares, desde luego. Ese nunca fue su juego. Su despliegue de medios pasaba más bien por una acerada intensidad en cada jugada, acompañada de la constante búsqueda de la perfección. 

Su promedio de 30 puntos por partido durante la Regular Season concedió a los suyos el billete a la post-temporada en numerosas ocasiones. Una vez allí, nada ni nadie podía pararlo. Una defensa inamovible, una nariz rota, dolores musculares... West nunca se rindió. Este ímprobo esfuerzo se tradujo en seis apariciones en la Final, que, a su vez, no fructificaron en forma de anillo. Unos hegemónicos Celtics se encargaron de dinamitar sus sueños incansablamente, una y otra vez, hasta contar cinco. El sexto mazazo vino de la mano de los Knicks.

Con todo ello, en el séptimo choque de 1969 ante la gran C, Jerry jugó lesionado. Sus 42 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias bien le valieron el MVP de las Finales, erigiéndose así como el primer jugador del equipo perdedor al que se le otorgaba tal galardón. Tras esta proeza, siguió combatiendo junto a los suyos, autoproclamándose líder —mediante actos, que no palabras— cuando una grave lesión de rodilla sobrevino a Wilt Chamberlain. Finalmente, numerosos achaques forzarían su retirada en 1974.

Sin embargo, West nunca cortó su vínculo con la única franquicia cuya camiseta vistió en sus años como profesional. Tras abandonar el parqué, comenzó para él una travesía fuera de la cancha, pero dentro de la organización. Primero, entrenador, más tarde, ojeador y finalmente, General Manager. El mismo que participó de manera activa en la fragua de la dinastía de los 80, encabezada por Magic, y más tarde devolvió la gloria a los suyos vistiendo de púrpura y oro al tándem Shaq-Kobe, cerrando así una trayectoria de casi cuarenta años batallando por y para su equipo.


Posiblemente me esté volviendo loco, pero creo que vamos a ganar esta serie».»

Palabras de Bryant tras la tercera derrota de los angelinos. 


El espíritu Laker sigue vivo. Ahora más que nunca. Con un 0-3 en contra destellando en el marcador. Los jugadores, el cuerpo técnico, los aficionados. Todos lo saben. No importa si les lleva o no al anillo. Saben que ha llegado el momento de sudar sangre y lágrimas. De no bajar los brazos. De apretar los dientes. De dejarse la piel en cada balón suelto. De pelear cada rebote hasta desfallecer.

Ha llegado el momento de seguir el ejemplo de Jerry.


Un saludo.

3 comentarios:

  1. Aunque yo sea un MAVS siempre es gratificante leer esto y ver como el espiritu de un equipo se puede leer en un gran articulo
    Un saludo Crack

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  2. Enhorabuena en tal caso, socio!

    Gracias por la lectura! (;

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