domingo, 1 de enero de 2012

Historia de unas rodillas

Brandon creció en Seattle. Hijo de un conductor de autobús y una camarera, sus primeros pasos en la vida no fueron fáciles. Como tantos otros, desde joven comenzó a desarrollar una pasión desaforada por el baloncesto. Para financiar este vicio, se vio obligado a trabajar en el muelle limpiando barcos, mientras su padre hacía horas extra. 

Acudió al Garfield High School, donde se convirtió en uno de los mejores  jugadores en la historia de Washington. Una vez graduado, consideró la posibilidad de acudir al draft de la NBA. Un marcado déficit de atención le empujaba lejos de la universidad. Su incapacidad para comprender las preguntas que se le formulaban en los exámenes le llevaron a pensar que su mundo quedaba lejos de ésta. Sus compañeros del muelle le insistieron. Brandon consiguió aprobar las pruebas de acceso.

Terminó recalando en la Washington University. Después de 4 temporadas al más alto nivel con los Huskies, Brandon es seleccionado con el número 6 por Minnesota Timberwolves, e inmediatamente traspasado a los Portland Trailblazers en el draft de 2006.

Durante la Summer League de 2006, en Las Vegas, Roy acapara una buena parte de los focos para sí con unos números destacables. Este nivel de juego se consolida y mantiene durante la temporada regular 2006/07 y termina por conducirle a recibir el Rookie Of The Year, obteniendo 127 votos para el primer puesto de los 128 posibles. El galardón le es otorgado desde una mayoría apabullante y parece augurar que este chico hará grandes cosas tanto por su equipo como por la liga.

Llega a la NBA con esa madurez que sólo cuatro años en la universidad pueden conceder. Esta cualidad, unida a sus innegables dotes deportivas, le sirven para erigirse desde su segundo año como líder indiscutible de los Trailblazers, tanto dentro como fuera del parqué. Desde este punto en adelante consigue clasificar un año tras otro a su equipo para los Playoffs, aunque la empresa no termina de llegar a buen puerto. Tanto los logros deportivos como su implicación con la comunidad bien le valen el respeto, la admiración y el cariño de la ciudad de Portland. Todo parece ir sobre ruedas para Brandon. Excepto un insignificante detalle. Sus rodillas. Esas malditas rodillas.

Las intervenciones quirúrgicas se suceden una tras otra, pero Roy decide no rendirse. Procura que sus problemas no reverberen demasiado en los medios, siempre a su particular manera, lejos de las cámaras y los aspavientos. Él simplemente sigue luchando. Sigue luchando hasta que, finalmente, luchar deja de ser una opción.

Durante la pasada temporada, llega el momento de una sexta operación. Brandon consigue recuperarse a tiempo para los Playoffs. Visiblemente mermado, tanto en lo físico como en lo mental, protagoniza una meteórica remontada sobre unos Mavericks que finalmente se coronaron campeones. 18 de sus 24 puntos fueron anotados en el último cuarto, incluido un 3+1. Un canto del cisne que le lleva a rendirse ante la cruel evidencia. Sus rodillas han dicho basta.

Apenas hace tres semanas, Roy anunció al mundo su retirada. Sus meniscos, completamente desgastados, no son capaces de aguantar el ritmo del baloncesto profesional. El escolta deja tras de sí 3 apariciones en el partido de las estrellas, una merecida reputación como clutch player y una carrera más corta de lo que debiera.

2 comentarios:

  1. Brillante, como siempre! Me encanta la historia, pero siempre sabes cómo dirigirlo para que sea perfecto. Me gusta cómo lo has enfocado y estructurado. Con el final nuevamente lo clavas. Se echaba de menos el spam de los domingos! ;)

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  2. Eres una pelota consumada, ¿lo sabías?

    Gracias (;

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