domingo, 8 de enero de 2012

Un base de oro

El impacto que ha devenido tras el desembarco de Ricky Rubio en la NBA ha resultado inmediato e innegable. Incondicionales y críticos durante su estancamiento en el Regal Barça coinciden por vez primera en este punto. Los primeros aprovechan para pasar factura a la segundos, mientras que estos últimos se muestran más proclives a escurrir el bulto.

Las recetas con las claves de su éxito arrollador son objeto de especulación por parte de medio mundo. El chico ha aprovechado el lockout para mejorar su tiro, está hecho para el mundo NBA, goza de mayor confianza por parte de su técnico... Cada uno escoge sus propios motivos de entre los citados en esta enumeración o en tantas otras, o bien decide fraguar los suyos propios. Sea como fuere, su triunfo durante los primeros compases de la competición es evidente, y sólo el tiempo dictaminará si Ricky realmente llega al nivel que todos esperamos de él, o bien esta explosión, tanto mediática como deportiva, es tan sólo flor de un día.


Independientemente del devenir de los acontecimientos referentes a la joven promesa, hoy no estamos aquí para hablar de Ricky.

Los medios dan la espalda deliberadamente a aquellos que, habiendo consolidado un arranque de temporada sobresaliente, no resultan tan llamativos para el público medio. Por lo visto, el baloncesto no existe lejos de Pau, Ricky y ese tal Ibaka que milita, creo recordar, en los Thunder.


El caso que quiero tratar hoy se me antoja especialmente flagrante. Estoy hablando, como muchos ya habrán deducido, del «otro» base. El que nos lleva a ganar algún que otro oro al ritmo que marca su batuta. José Manuel Calderón.

Los Toronto Raptors no aspiran a apenas nada. Desde un poco antes de la partida de Chris Bosh hacia el faraónico proyecto de Miami, vagan sin rumbo por las partes bajas de la tabla con más pena que gloria. Clasificarse para la post-temporada es su máxima meta, milagro mediante. Podríamos decir de ellos que su jugador franquicia es Andrea Bargnani, un pívot italiano cuyo hábitat siempre se ha encontrado más lejos del aro de lo que sus entrenadores desearían. También cuentan con un joven jugador que, si bien posee numerosas virtudes en esto del baloncesto, no parece llamado a convertirse en una estrella. Y muy poco más

Decir todo esto no es decir mucho.

Habida cuenta de la situación actual del equipo, y con este plantel rodeando a Calderón, éste se encuentra tercero en la clasificación global de asistencias, con 9,4 por partido, y primero en el ratio asistencias/pérdidas, con un exorbitante 6,15 —el segundo es Tony Parker con 4,18—. Entiéndase por otra parte el doble valor de este logro, pues no es lo mismo darle pases a canasta a Amir Johnson que a Blake Griffin. Clarificador, cuando menos. Sumémosle a esto que se perfila como tercera opción anotadora de los suyos, con unos nada desdeñables 12,4 cartones por partido. A ojos de los medios, el resultado de esta cábala no da para aparecer de tarde en tarde en los telediarios. A los míos, alguien ha errado a la hora de echar cuentas.

Se ha dudado de él. Se le ha menospreciado. Se le ha ignorado. Y ahí sigue. Al pie del cañón. Peleando como el primer día por un proyecto sin rumbo. Debajo de unos directivos cuyas decisiones no terminan de entenderse. Nadando entre rumores de traspasos. Saliendo de titular o desde el banco. Qué más da.

Yo no tengo millones de lectores. Me quedo lejos del primer millar. Pero desde mi humilde rincón de la red, y aunque nunca llegarás a leerme, me quito el sombrero por ti, Calde. No todos te hemos olvidado.

Sigue así, jugón.

4 comentarios:

  1. He leído unos cuantas entradas y esta me ha gustado la que más. Puedes seguirme, si quieres, soy http://aresneymar10.blogspot.com/. Yo ya te estoy siguiendo.

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  2. Encantado, amiga. Muchas gracias tanto por la lectura como por la opinión.

    Estoy en trámites para participar en tu blog. Por el momento, no me deja. Mañana sigo probando.

    Un placer (;

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  3. Me ha gustado mucho!!
    Una gran entrada para un gran jugador como es Calderón! ;)

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